En Dinamarca se tomó la determinación de sacrificar a toda la población de visones del país, unos 17 millones, los cuales en su mayoría son reproducidos en granjas especializadas en el comercio de sus pieles, que son muy preciadas para la industria de la moda.
Los pequeños animales quedaron en la mira de las autoridades luego de que se confirmara que habían contraído el COVID-19. El virus mutó en su organismo y luego infectó de vuelta a los humanos, con una nueva cepa que según afirmaron los científicos podría bajar la efectividad de todas las vacunas que se están desarrollando para combatir la pandemia hasta hacerlas inútiles.
Este riesgo era tal que Dinamarca ordenó matar a todos sus visones y para garantizar la efectividad de la medida. Incluso llegó a pagar a los agricultores por cada animal que mataran, junto con una bonificación si los animales eran sacrificados durante los 10 primeros días de emitida la orden.